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PRECIOS DE MONTERIAS



* CONEJO 15 € Pieza + almuerzo mata cuelga.
* FAISAN 16 € Pieza + almuerzo mata cuelga.
* PERDIZ 15 € Pieza + almuerzo mata cuelga.

Solo grupos de 5 a 6 personas.........a partir de Octubre.
Agosto media beda.

*PALOMA, TORTOLA y PERDIZ
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CODORNIZ 300 € por persona + almuerzo sin cupo.

ESPERAS
Desde 300 € a 2.000 € segun troféo.

MONTERIAS
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15 puestos
700 € por puesto + almuerzo y comida.
Cupo, 2 Guarros, con garantia.

RECECHOS
CIERVO de 500 € a 2.500 € segun trofeo.
CORZO de 600 € a 2.500 € segun trofeo.
MUFLON de 600 € a 2.500 € segun trofeo.
GAMO de 600 € a 2.500 € segun trofeo.

TIRADA de PATOS
400 € por puesto todo el dia.

Conejo


FICHA TÉCNICA

Orden: Lagomorfos
Familia: Leporidos
Género: Oryctolagus
Especie: Oryctolagus cuniculus (Linnaeus, 1758)
Subespecies presentes: .Una sola especie en la Península Ibérica. Aun cuando otros estudios taxonómicos más recientes consideran la presencia de 2 subespecies: la Oryctolagus cuniculus algirus, con presencia limitada a Galicia, Portugal y la mitad del suroeste peninsular, y es de tamaño corporal algo más pequeño que la otra especie, la Oryctolagus cuniculus cuniculus, que ocupa el resto del territorio peninsular, subespecies de la que se considera proceden todas las razas de conejo doméstico. Longitud del cuerpo: entre 40 y 45 cm.
Longitud de la cola: de 4 a 6 cm. Longitud de las orejas: De 7,5 a 9 cm.
Alzada a la cruz: De 15 a 20 cm.
Peso: De 900 a 1.500 gramos. Status de la especie: Especie cinegética que no se encuentra amenazada, ni en peligro.


DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE
Popular mamífero de mediano tamaño, pelo suave y corto, orejas largas y rabo corto, es una especie fundamentalmente crepuscular y nocturna que constituye pieza clave en nuestra fauna y que hasta 1912 (J. W. Gridley) se incluía dentro de los roedores, por su similitud con los mismos, si bien a partir de esta fecha se incluyó taxonómicamente dentro del grupo de los lagomorfos, al ser evidentes las diferencias ente uno y otro orden: los roedores tienen un par de incisivos en la mandíbula superior que encajan perfectamente con el par correspondiente de la mandíbula inferior; mientras que los lagomorfos tienen más desarrollados los dientes de la mandíbula superior que no encajan con los de la inferior (de aquí que se llame a este tipo de dientes tan característicos de la especie como “dientes de conejo”).
El conejo es una especie muy antigua, de modo que por los estudios fósiles se ha podido determinar que antes de la última glaciación abundaban en una amplia zona de Europa, que incluía a países como Francia, Bélgica, Alemania o la isla de Gran Bretaña. El posterior enfriamiento del continente los fue desplazando hasta el sur, quedando acantonados en la Península Ibérica y Norte de África, de donde volvió a extenderse hasta el norte. En el S. III los romanos los llevaron a Italia, pero en el S. XVI todavía no existían en Alemania, aunque sí han sido citados en algunos conventos, como animales de corral de las comunidades religiosas. En la antigüedad España tenía fama como país de conejos, hasta el punto de que se considera que el nombre de Hispania, de origen fenicio y del que procede la palabra España, deriva del nombre de este animal. Cátulo, llamaba a esta península “Cuniculosa Celtiberia” y en las monedas hispanorromanas de Adriano el conejo figuraba como uno de los símbolos de Iberia (W.G. Foster, 1972). Otra cita histórica curiosa nos viene de la mano de Estrabón, el que refiere la introducción de Hurones en las islas Baleares, para combatir a los conejos que allí proliferaban, tras fracasar las mismas tropas romanas en su exterminio.
El conejo es una de las llamadas especies claves o esenciales de la cadena trófica de la fauna ibérica, de modo que se ha estimado que en mayor o menor medida dependen de él unas cuarenta especies, por lo que se ha considerado a este animal como una especie básica en el conjunto de las especies que integran la fauna del bosque mediterráneo, lo que supone que su desaparición o disminución puede afectar directa o indirectamente a las especies que dependen de él como alimento, tales como el grupo de los carnívoros, sin excepción, aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la de herradura o el lagarto ocelado, además del jabalí y del erizo (Erinaceus europaeus).
Una de las características más importantes del conejo, es la de su extraordinaria fecundidad y capacidad para reproducirse. De modo que se ha calculado que la descendencia de una sola pareja, que no tenga interferencias negativas para su desarrollo, puede alcanzar la increíble cifra de 1.848 individuos (W. G. Foster, 1972). A los tres años de su introducción y debido a que el conejo no tenía en ese continente depredadores naturales, los descendientes de aquellos conejos eran ya 14.000.000 de individuos. Desde entonces su población fue en aumento y aun cuando se idearon todo tipo de métodos para combatirlo, incluida la introducción de zorros pero éstos, lejos de solventar el problema crearon una nueva problemática ecológica, al desentenderse de los ágiles y escurridizos conejos y por el contrario afanarse en otras especies más incautas como ocurrió con los marsupiales, que no estaban habituados a la presencia de depredadores, por lo que el efecto aún fue más nocivo y dañino. En estos momentos la población australiana de conejos se estima en unos 300 millones, con graves incidencias en el resto del ecosistema. Donde sí ha tenido la población de conejos una importante reducción ha sido en el viejo continente, siendo en el año 1952 cuando un medicó francés, el tristemente famoso Doctor Armand Delille, inoculó el virus de la mixomatosis a unos conejos que al parecer producían daños en sus viñedos, transmitiéndose el virus de unos ejemplares a otros por los mosquitos y las pulgas de los propios animales. La enfermedad que se creo es de tal virulencia que se extendió rápidamente por toda Europa, detectándose su presencia en el norte de España en el año 1953 y en el sur en el año 1959. Tal fue la mortalidad que ocasionó la mixomatosis que en algunas comarcas murieron entre el 95 y el 100 por ciento de la población de conejos (M. Delibes de Castro, 2001).

DATOS DE LA ESPECIE

Longevidad: Entre 3 y 4 años en libertad, mientras que en cautividad puede alcanzar de 6 a 8 años de vida.
Celo: Tiene lugar a lo largo de todo el año, aun cuando los periodos de celo se solapa con los períodos de máxima abundancia de alimento, de modo que la disponibilidad de comida es lo que va a condicionar más la reproducción del animal.
Gestación: La gestación dura de 28 a 33 días.
Época de parto: Son posibles de 5 a 7 partos al año, excepcionalmente hasta 11, siendo lo habitual 2 ó 4 camadas al año que se producen dentro de madrigueras, constituidas por túneles de hasta 40 metros de longitud, llamado vivar, que cuenta con varias bocas. Este vivar exclusivamente es ocupado por las hembras de mayor rango social, mientras que el resto de hembras de la colonia lo hacen en túneles más pequeños llamados gazaperas, de 1 a 4 metros de profundidad, que acaban en una cámara ciega. Tanto los vivar como las gazaperas son tapizadas con vegetación y pelo del conejo, amamantando a los gazapos tan solo durante unos 15 minutos al día, siempre por la noche. Tras amamantar a los conejos la madre abandona la madriguera y deja tapada la boca con tierra para proteger a los gazapos de los depredadores.
Parto: De 3 a 9 crías por camada, normalmente 4 ó 5, que pesan al nacer unos 40- 50 gramos y que nacen con los ojos cerrados, los que mantienen así hasta el décimo día.
Duración de la lactancia: Las crías son amantadas durante unos 25 ó 30 días exclusivamente con leche, pudiendo comenzar a digerir alimento sólido a los 20/21 días, en que son autosuficientes, abandonando la madriguera a los 35 ó 40 días, aunque permanecen en la zona de cría (filopatria) en un radio de 200 a 500 metros .
Madurez sexual: Alcanzan la madurez sexual entre los 4 y 7 meses. Antes cuanto mejor alimentado esté el conejo. Se considera que un conejo es adulto a partir de los 8 ó 9 meses, cuando pesa unos 900 gramos.
Alimentación: El conejo se alimenta básicamente de plantas herbáceas y gramíneas, raíces y bulbos, además de cortezas de plantas leñosas y frutos silvestres y de las huertas. Muy curiosa dentro de la etología del conejo es la producción por el animal de unos excrementos esféricos y húmedos recubiertos de mucus que son reingeridos, tomados directamente del mismo ano, sin masticar, ricos en vitamina B12 y microflora, necesarios para la digestión de la celulosa. La microflora intestinal no se transmite congénitamente y los jóvenes tienen que adquirirla ingiriendo excrementos de su madre, si no lo hacen mueren al poco tiempo, entre convulsiones (Castells y Mayo, 1993).
Hábitats: El conejo encuentra su óptimo en el monte y bosque mediterráneo, siendo una especie característica del mismo, aun cuando podemos localizarlo en una gran amplitud de hábitats que van desde las zonas semiáridas del sureste peninsular hasta la media montaña. Estando más o menos presentes en todo el territorio de España, incluidas sus islas, si bien la mayor densidad la alcanza en el cuadrante suroccidental, coincidiendo con la mayor presencia de carnívoros que se alimentan de él. Básico para su ecología es que la textura del terreno les permita excavar madrigueras. La presencia de agua no es condicionante de su presencia, al poder obtenerla de las plantas y hierbas que come.
Huellas: Aun cuando las patas cuentan con cinco dedos y uñas excavadoras, la abundante pilosidad que las cubre impide su marca nítida la que presenta no obstante un característico e inconfundible aspecto, que se aprecia en las imágenes se reproducen en las fotografías laterales de esta ficha. La huella de la pata posterior es ligeramente mayor que la del anterior; además, cuando apoya o marca el talón, lo hace para avisar a otros congéneres en situaciones de peligro, deja marcada una línea longitudinal. Aun cuando la huella de conejo puede confundirse con la de la liebre, el análisis en conjunto de uno y otro rastro, particularmente cuando van en carrera y la marca es sobre terreno blando o nieve, es fácil de diferenciar en cuanto que mientras que el conejo deja un curioso rastro en forma de Y la libre tiene forma de L (pueden verse imágenes comparativas).
Excrementos: Los excrementos de conejo tienen un característico e inconfundible aspecto esférico de 1 cm. de diámetro, siendo su color oscuro, aunque más o menos variable, dependiendo de los alimentos consumidos y va desde un color grisáceo hasta el negro, pasando por tonos marrones. Es de menor tamaño que la liebre. Muy característicos son los cagarruteros del conejo donde acumulan los excrementos de varios ejemplares de una misma colonia en grandes depósitos, que pueden alcanzar un tamaño considerable.
Otros rastros: Son muy variados y entre ellos podemos destacar los siguientes:

                   1. Al comer la hierba y ramas jóvenes, la cortan o siegan con los incisivos superiores, sin producir desgarros, mientras que las ramas aparecen desgajadas por la base nferior.
                    2. Al roer la corteza de los árboles, marca una mordedura profunda en sentido transversal al tronco.
                    3. Las madrigueras (vivar y gazaperas) del conejo son muy características. La liebre no las construye, en cuanto se encama entre la propia vegetación.
                    4. La excavaciones, que son pequeños movimientos de tierra de unos pocos centímetros de profundidad, sin finalidad aparente, son otro típico rastro del conejo silvestre o de monte.
Dimorfismo sexual: No apreciable por métodos normales a simple vista, sin contacto manual con el animal.
Enemigos naturales: Es pieza básica o clave para una gran variedad de animales de la fauna mediterránea que van desde el grupo de los carnívoros, sin excepción., a aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la de herradura o el lagarto ocelado. Muy vulnerables a los depredadores son los gazapos.

HUELLAS

 

Huella sobre lodo. Han quedado marcados los pelos que cubren los dedos y plantas. Casas de D. Diego. Marzo-2004


Huella de conejo sobre nieve. Deja marcado un rastro en forma de Y, mientras que la de la liebre es en forma de L. Cortijo de Santaolalla. Enero-2004.


Huella de liebre sobre nieve. Deja marcado un rastro en forma de L, mientras que la de la conejo es en forma de Y. Calar de Casa Heredia. Enero-2004.

OTROS RASTROS:


Excrementos de conejo adulto en el característico cagarrutero, con excrementos de diferentes tipos. Su tamaño es ligeramente inferior a 1 cm. Cortijo de Santaolalla. Enero-2004



Excrementos de gazapo o conejo joven. Su tamaño es menor que los del adulto, aun cuando conservan la misma forma esférica. Cortijo de Sataolalla. Enero-2004

 


Excavadura de conejo. Se diferencia con la de tejón en que en ésta última pueden apreciarse los arañazos de las uñas del tejón en la tierra al efectuar la excavadura (apreciables en la imagen de la ficha del tejon), de notorio mayor tamaño en el tejón que en el conejo, por las grandes uñas que posee el tejón.


Entrada a un vivar de conejos.